La
relación de un hombre con su pene es
el origen de miles de historias.
Los
hombres establecen un lazo irrompible y emocional con su pene; lo
cuidan, le hablan y tienen expectativas acerca de su comportamiento. Hasta le exigen tener criterio propio, sí, esperan por ejemplo, que no
se manifieste a modo de activista revolucionario en una situación
pública, tornándola incómoda y delatora. O por el contrario, los
asalta un “ataque de pánico” si no reacciona cuando llega el
momento de “cumplir” con su misión.
TODOS,
o casi todos, le ponen nombre a su pene. Es la epítome del
significado que tiene para ellos su miembro. Porque a nosotras jamás se
nos ocurriría bautizar a alguna parte de nuestra anatomía.
Él
es partícipe de numerosas competencias,
que si el más
largo, para lo cual se suelen realizar mediciones del “amigo” en
diferentes estados: relajado o preparado para la acción. También cuentan la cantidad de veces que es capaz de responder en una
misma acción, la rapidez con la que es capaz de presentarse al
frente de combate después de haber llegado al orgasmo; y hasta quién puede expulsar su amarillento líquido
más lejos, o hacer piruetas mostrando su poderío y habilidad.
¡Cosas
que nosotras jamás entenderemos!
Eso
sí, hay algo que nos vuelve locas de envidia y es el enorme poder
que les otorga a sus poseedores. Me refiero al "poder de orinar de
pie", señal inequívoca de la independencia total, de la autonomía absoluta.
Mientras nosotras vivimos sometidas a la falta de practicidad de
nuestra anatomía, ellos no necesitan de nadie que les sujete la
puerta (porque las puertas de los baños públicos nunca se cierran
bien), ni que les sostengan los bolsos, ¡ni siquiera necesitan un
baño! Hecho éste que sustenta nuestra desazón.
El
pene es importante para los hombres, no sólo porque es su arma
de reproducción, su característica principal, sino porque es un
arma de entrada. La naturaleza masculina se sustenta en su capacidad
de entrar: entrar en vaginas, en territorios desconocidos, en
aventuras insospechadas, en triunfos exclusivos, en puestos
importantes… muchas de sus decisiones de vida tienen que ver con
este desafío intrínseco de su ser, desde donde se puede comprender
sin mayores problemas esa relación tan profunda un hombre y
su falo.
La
relación más determinante en la vida de un hombre no es con su
madre, es con su pene. Por eso, para ellos, el sexo oral es muy, muy
importante. Para el género masculino, que una mujer se esmere en
realizarle una sesión de sexo oral es la mayor demostración de
cariño que le puede ofrecer. Habrá que olvidarse de los peluches y
los e-mails románticos. Pueden significar mucho para él, aunque, por
más que las atesore con todo el amor del mundo, siempre recordará
esa “sesión oral” que con tanta dedicación le hemos hecho.
Así
de importante es esa parte de su cuerpo, es como una república
independiente.
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