De "Los cuentos de Laila"

De MILONGAS y suburbios
un cuento de Laila Beret


Salí de la ducha, mi cuerpo agradeció el baño caliente y el vapor relajando todos mis músculos. Me asomé a la ventana, caía la noche en Buenos Aires. Una débil llovizna dejaba el empedrado de aquel antiguo barrio como un espejo en el que se reflejaban las luces tenues de las farolas.
A lo lejos, entre la bruma del río que envolvía la ciudad, se divisaban los intermitentes carteles luminosos que llenaban de colores vivos la incipiente oscuridad.
Volví sobre mis pasos, me sequé el cabello tratando de acomodarlo y decidí no recogerlo. Esta vez la melena larga, oscura y algo rizada por la humedad sería apropiada.
Extendido sobre la cama observé aquel maravilloso vestido que iba a estrenar.